viernes, 9 de diciembre de 2011

El hogar más allá del mar.


Querida Helena,

Te escribo, esta vez, desde un lugar lejano, tanto en el espacio como en el tiempo. Un lugar, que aún estando lejos de casa, me hace sentir como en el hogar. Un lugar que guarda mis primeros recuerdos como adulto y los últimos de adolescencia. Un lugar donde tu madre y yo comenzamos a formar el hogar al que llegaste y tan pronto te fuiste.

La gente que vive aquí llama a este lugar la tierra de las oportunidades, y tienen toda la razón, tienes las oportunidades y sólo depende de ti tomarlas o dejarlas pasar. Tu madre y yo decidimos vivir aquí y volver a casa junto a nuestras familias.

Volver aquí ha tenido un extraño efecto sobre mí, me he sentido extrañamente a salvo, tranquilo, como cuando alguien que lleva mucho tiempo de viaje, llega por fin a su casa y vuelve a ver los familiares tejados y a los amigos largamente añorados.

Pasear por la mañana en el transbordo del metro, siguiendo a las personas que se dirigen a trabajar tiene la misma cualidad que en Barcelona, todo es familiar, los carteles, los pasillos, las escaleras e incluso las caras que me miran mientras escribo estas líneas.

Pronto dejaremos Nueva York y nos dirigiremos al sur, al corazón de New Jersey, donde tu madre y yo vivimos y sembramos la semilla de nuestro hogar.

Allí nos reencontraremos con amigos de antaño y supongo que la sensación de volver al hogar será aún más fuerte.

Tu padre que te quiere

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