martes, 20 de septiembre de 2011

Rebelión

Querida Helena,

Ya han pasado dos largos meses desde que te fuiste, dos meses en los que parece que haya vivido con más intensidad que los 37 años anteriores. Tu partida me ha abierto los ojos y la vida se me presenta ahora como ese pozo profundo lleno de incertidumbre al que da miedo asomarse. 

Siempre había tenido la certeza de que mi vida sería poco más o menos como yo la había planeado, estudios, amor, viajes, trabajo, casa, niños, etc. Una experiencia larga y plena, que podía variar en los pequeños detalles, pero que sería fiel en espíritu a mis planes, y lo cierto es que así fue hasta que tú enfermaste.

Perderte ha sido un amargo revulsivo, una catarsis cruel que me ha hecho volver a plantearme mi vida, poner en duda todo lo que daba por supuesto y sentir la necesidad de volver a nadar a contra corriente, luchar contra las convenciones que nos atan, volver a ser joven y vivir ilusionado, en una palabra, rebelarme.

Y tu dirás, rebelarte contra qué o contra quién? Pues contra mí mismo, contra mi cómoda existencia, contra la falsa sensación de seguridad que me impide tomar riesgos para alcanzar aquello que me ilusiona. La vida es breve, la tuya es prueba de ello, y no podemos malgastar ni un segundo en verla pasar, la vida hay que vivirla.

Han sido dos meses hija mía, dos meses llorándote cuando nadie podía verme, dos meses mintiéndome sobre como me sentía, dos meses llamándote antes de dormir, dos meses añorándo tu peso en mis brazos, dos meses sufriendo al ver niños de tu edad. Pero hija míahay que sobreponerse e intentar ser feliz con lo poco que la vida nos da. Hay que mirar fijamente a nuestros obstáculos y reírnos en su cara, pues como decía Elbert Hubbard
No hay que tomarse la vida demasiado en serio, al fin y al cabo no saldremos vivos de ella.
Así que hija mía, por mucho que me duela cada segundo que paso alejado de tí, debo intentar saborearlo al máximo, por tu madre, por tu hermano, por todos los que me quieren, por ti, pero sobre todo por mí mismo.

Tu padre que te quiere.

1 comentario:

  1. Buenas Helena.
    No me conoces pero tuve la suerte de ser compañero y amigo de tu papa cuando estudiaba en la universidad, de eso han pasado ya muchos años. Ayer tuve la suerte de encontrarme de nuevo con él, le acompañaban tu mamá y tu hermano mayor (ay que ver como se les parece a los dos).
    No tuve mucho tiempo de hablar con ellos pero fue suficiente para poder ver en décimas de segundo la enorme tristeza que emanaban sus palabras cuando me contaron que te habías ido.
    He leído algo de ti explicado por papa y no he podido remediar emocionarme, no sé si desde allá arriba podrás sentir todo el amor que tus papas y hermanito te tienen pero te aseguro que sigues en sus corazones y desde ahora en un rinconcito del mío.
    Quería decirte Helena que en ese trocito de cielo desde donde ahora les miras les tires un besito para ayudar a consolar su pena.

    Un abrazo fuerte de Juanjo

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