miércoles, 9 de noviembre de 2011

Otoño y melancolía

Querida Helena,

El otoño nos ha alcanzado por fin, y por mucho que me pese, he de reconocer que mi estado anímico no era tan bueno como yo mismo pensaba. Hasta no hace mucho el sol brillaba en un cielo limpio y sin nubes, la temperatura era agradable y la manga corta seguía reinando en mi armario. Pero como un ratero vil que se esconde tras una esquina, el otoño nos ha sorprendido a todos y de pronto el sol se ha ocultado tras un manto de nubes grises, el termómetro se ha desplomado y chaquetas y abrigos se han hecho dueños de las calles.

¿Pero como explicarte que es el otoño? A tí, que eres hija de la primavera y apenas viviste el final de un invierno y el principio de un verano, cómo explicarte el extraño pesar que se adueña de todos nosotros al ver que la luz se vuelve gris, la brisa se siente fría en las mejillas y el sol, que antaño quemaba la piel en su pasear majestuoso por el cielo, ahora apenas templa nuestra cara mientras lo vemos correr raudo a esconderse tras el horizonte en las primeras horas de la tarde.

El otoño hija mía es esa época del año en que todos necesitamos recogernos y rememorar aquello que ya no está, y es por eso por lo que la melancolía nos asalta, haciendonos sentir solos y desamparados. Y es precisamente por eso que estas semanas he vuelto a resbalar dentro de ese pozo y he vuelto a sentir ese nudo que cierra mi gargata y me impide respirar cuando pienso en ti. Y lo cierto es que pienso mucho en ti, al pasear entre los árboles que van perdiendo sus hojas, al sentir el calor en mis manos de una taza de café, al ver pasar los campos desde la ventanilla del coche, al cerrar los ojos antes de dormir...

Algunos dirán que el otoño es decadencia, es el lento caminar hasta la muerte representada por el invierno, la peor estación de todas, donde la vitalidad se apaga y lo único que nos queda son los recuerdos, pero querida Helena, para mí el otoño es el primer paso para el renacimiento, para la nueva vida que nos espera un poco más adelante y sobre todo es el recordatorio de que todo tiene un principio, un final y un volver a empezar.

Tu padre que te quiere.

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