viernes, 10 de agosto de 2018

No hay dos sin tres

Querida Helena,

Te escribo a destiempo, hoy no es tu cumpleaños, ni tan siquiera el aniversario de tu partida, hoy tu abuelo Joaquín recibirá su último adiós de parte de todos aquellos que le queremos. Y es por eso, por lo que estando a  solas con él en esta fría sala del tanatorio he decidido escribirte unas líneas.
Desde que te fuiste tú abuelo Leo cuida de ti y desde hoy tu abuelo Joaquín le ayudará en tan noble menester. No tuviste apenas tiempo de conocerle y es por eso que creo necesario presentarte al que ha sido mi padre en este mundo desde que tú abuelo Leo tuvo que partir en su último viaje.

Joaquín es una persona recta, de profundas convicciones morales, serio cuando la ocasión lo requiere, pero alegre y risueño cuando se rodea de los que quiere, así que supongo que cuando estéis juntos no parará de reír. Su risa siempre me ha parecido como la de un niño, musical, sincera y sobre todo inocente, sin la picardía que normalmente los adultos escondemos en ella. Y es que en eso tu abuelo Joaquín sobresalía, en su sinceridad.

Tú abuelos son de otra generación, una generación en las que los hombres y las mujeres eran socialmente distintos. Cada cual tenía su rol en casa y salirse de él estaba mal visto. A tu abuelo Leo eso le daba igual, pero más o menos se amoldaba al rol que le había tocado vivir. En cambio tu abuelo Joaquín, siendo mucho más conservador, en casa era un feminista empedernido. De él aprendí que la casa es cosa de dos y cada uno tiene que hacer su parte y a él le tocaba fregar los platos, así que más valía que comieses rápido y los llevarás a la cocina, si no querías que él viniese a buscarlos y se los llevase con la mitad de la comida.

Tú abuelo Joaquín es una persona inquieta, un culo de mal asiento, puro nervio que no puede ser encerrado, un gran contrapunto a tu abuelo Leo. Con él no hay respiro, la vida es muy corta para perderla en tonterías o para verla pasar sentado en un sofá. De él aprendí que el campo es un lugar lleno de pequeños placeres, sencillos, pero placeres al fin y al cabo.

Tú abuelo Joaquín me dió 2 regalos que no tienen precio, dió vida a tu madre y me abrió las puertas de su corazón.

Hoy me despido de él. Es un momento triste y alegre a la vez. Triste porque nos abandona, pero alegre porque al fin podrá reunirse contigo. Cuida de él por todos nosotros ángel mío.

Tu padre que te quiere.

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