domingo, 9 de febrero de 2020

Nosce te ipsum

Querida Helena,

El tiempo pasa, y como bálsamo para las heridas, con su pasar, el dolor y la pena se atenúan, como viejas ruinas que tras siglos de recibir capa tras capa de polvo, sólo son aparentes para el ojo experto, Éso es lo que poco a poco me va sucediendo.

Son nueve los años que han pasado desde que por primera vez te tuve en mis brazos. Nueve largos años en los que la pena siempre ha estado presente. Al principio fue la alegría de tenerte, después la angustia por tu dolor y tu sufrimiento, al poco la fría resignación de saber que nos abandonarías, seguida de la culpa por dejarte ir y finalmente el dolor sin fondo del vacío que dejaste.

Ese dolor, tan agudo al principio, es ahora tan parte de mí, como mi mirada o mi sonrisa. Está tan dentro de mi alma que ya no podría ser la persona que soy si no me acompañara. Convivir con él y no contigo me ha enseñado a ser mejor persona, me ha enseñado a no prejuzgar a nadie, a ponerme en los pies de los demás, porque todos podemos llevar con nosotros el dolor de la perdida, de la injusticia, del vacío o de la indiferencia.

Desde que te fuiste siempre me pregunté si podría volver a ser feliz, si alguna vez dejaría de sentir la culpa por dejarte ir, si alguna vez el dolor se iría. Creo que por fin empiezo a sentir la respuesta: No hay que formular preguntas equivocadas

La vida se tiene que vivir y aprender todo lo que de ella se pueda.


Tu padre que te quiere.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, háblale a Helena...