jueves, 20 de julio de 2023

Canicula

Querida Helena,

Te escribo en plena Canícula, esa época del año en la cual el calor es extremo y la constelación Canis Minor se encuentra cerca del cenit al llegar la medianoche. Es una época dura, en la que el sol no da tregua, ni de día, ni de noche.
El sol que nos da la vida, quiere, en estas pocas semanas, recordarnos que se lo debemos todo a él, que bajo su atenta mirada todo es posible, pero que de igual forma, si él lo quiere, nos vemos aplastados por su calor.

Son estos unos días extraños, vivimos encerrados buscando una chispa de frescor por cada rincón de la casa, con las persianas bajadas, huyendo de los rayos del sol que tanto hemos anhelado en el invierno. Y  a nuestra piel todo le sobra, no importa cuan fresca sea una prenda, lo único que se soporta es el roce suave de la brisa.

Aquí en Cubelles, la Canícula muerde tímidamente, el mar produce una brisa ligera, con olor a mar, y el pinar junto a nuestra case la hace enfríar. Nada más agradable que pasear bajo los pinos, sintiendo el beso frío de la brisa su susurro al mecer las ramas.

En cambio en la gran ciudad, la Canícula se vuelve voraz, en la jungla de asfalto te ataca y te consume, su aliento te aplasta y te funde contra el pavimento. cada paso que das requiere de un gran esfuerzo y aunque te cobijes en las sobras de los edificios, el aire te golpea, te seca y te roba las ganas de vivir.

Pero sé que la Canícula pasará, el calor poco a poco irá aflojado y está pesadez en mi cuerpo y en mi alma se irá levantando, como sé que poco a poco, el dolor de no tenerte se irá haciendo más llevadero, y menos cruel.

Tu padre que te quiere.

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