Otro año más ha pasado y aquí me vuelvo a ver, sentado ante el ordenador, intentando pensar en qué decirte. Y lo cierto es que este año que ha pasado ha sido muy intenso, con tan poco tiempo libre, que echo la vista atrás y sólo veo trabajo.
No es que me queje, ni mucho menos. Doy gracias a Dios por todo el trabajo que tengo, y le pido que siga sin faltarme. A estas alturas de mi vida, nada hay más terrorífico que pensar en no tener nada que hacer.
Sí, lo sé, cuando se marcha de tu vida, se genera un gran vacío (eso me lo enseñaste tú), y aunque ese vacío parezca insondable y aterrador, el tiempo lo va llenando con vivencias y pequeñas cosas. Así que sí, no tener nada que hacer es aterrador, pero seguro que la vida en seguida me dará otra cosa en la que volcar mis energías.
Pero no es de eso de lo que quería hablarte, si no de lo rápido que se está volviendo la vida a mi alrededor. Tus hermano ya es un hombre y tu hermana se está convirtiendo en una pequeña mujercita, aún es muy inocente, pero seguro que en este próximo año, con la llegada del instituto, dejará atrás la niñez.
Oh señor, me da miedo cerrar los ojos y que al abrirlos el mundo sea diferente, pero viendo las noticias me temo, que así será. La vida no se espera, y cada vez corre más. Ahora entiendo a tu abuelo Leo, cuando me decía, no quieras crecer tan rápido, Javi, que depués lo lamentarás.
Tu padre que te quiere.
Tu padre que te quiere.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, háblale a Helena...