domingo, 20 de julio de 2025

Defatigatus

Querida Helena,

Aquí estamos otra vez, catorce años más tarde, acudiendo a mi cita personal con el teclado, para poner negro sobre blanco las ideas que me llenan la cabeza cada vez que pienso en ti. Quizás no me sorprenda a mí mismo recordándote tan a  menudo como antes, pero sí que sigue siendo una pequeña constante en mi día a día.
Hoy las cosas son diferentes, normalmente cuando llega esta fecha me embarga una sensación de desasosiego por el recuerdo de tu partida, pero hoy, el cansancio es tan grande que apenas puedo sentirme triste.

No sé si es por los problemas de salud de tu madre en estas últimas semanas, o por el calor extremo de estos últimos días, o por el exceso de trabajo que llevo arrastrando desde hace un año, o el no tener tiempo libre para jugar con mis amigos, o leer algún libro, o todo a la vez. Lo cierto es que estoy agotado, extenuado, cansado hasta decir basta.

Y el prospecto de todo lo que me espera en las dos próximas semanas, no es que me tranquilice, todo lo contrario, tengo tantas cosas por hacer en la pila de deberes que probablemente cuando lleguen las vacaciones me pase una semana durmiendo sin parar.

Aunque tú y yo sabemos que las vacaciones, son para cualquier cosa menos descansar (guiño, guiño, codazo, codazo).

Al menos, puedo hacer como siempre, cerrar los ojos y recordar aquellos pocos momentos en los que tus ojos brillaban con la luz de la presencia, cuando sentía que estabas tranquila y nada te dolía. esos momentos siempre me llenan de paz, me recuerdan que por grande y rabiosa que sea la tormenta, siempre al final llega la calma.

Gracias por haber llegado a mi vida, aunque fuera de manera tan breve. De ti he aprendido las lecciones más dolorosas, pero sobre todo las más importantes.

Tu padre que te quiere.

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