jueves, 18 de agosto de 2011

El atardecer más bello

Querida Helena,

Hoy vuelvo a escribirte unas cuantas líneas salpicadas por el regusto agridulce de estar en Ayamonte y no tenerte a mi lado. Ahora mismo estoy sentado, junto a tu hermano y tu madre, en la arena de la playa de Isla Canela, el sol, ya bajo, en el horizonte, tiñe las arenas de oro viejo y hace crecer las sombras, que como largos dedos, se afañan en buscar tesoros escondidos bajo la fina arena.


La brisa me trae susurros de niños luchando contra el mar, los unos saltando las olas que baten incansables la orilla, los otros, se debaten en erigir castillos que la marea se ha de llevar. Y entre todos ellos, tu hermano ríe, mientras intenta mantener sus pequeñas manos libres de la fina arena dorada que ya se empieza a enfriar.

La temperatura desciende poco a poco, a medida que el sol se esconde, mi piel, húmeda aún por el último baño en el océano, se contrae y mi bello se eriza con la suave y fresca caricia de la brisa atlántica. Cualquiera que me viese pensaría que tengo frío, pero lo cierto es que vuelvo a tener miedo, ya que, mañana viernes, volveré a dejarte ir, volveré a verte partir, volveré a sentir como te escapas entre mis dedos cuando el Levante me arranque tus cenizas de las manos y te lleve lejos, en pos del sol que besa al mar.

Sé que llevo mucho tiempo en Ayamonte y no había reunido el valor suficiente para escribirte, y es que en estas dos semanas, he sentido miedo de salir y pasear por las calles de mi niñez, y llorar, pensando que en esa plaza, tú podrías haber jugado, como jugué yo; o que en ese banco del muelle, podrías haberte sentado, como lo hacía yo, contemplando las más bellas puestas de sol.

Espero que ese miedo desaparezca mañana con las últimas luces de la tarde, cuando emprendas vuelo y la brisa te lleve a tierras lejanas, desde la desembocadura del Guadiana, a orillas del mar. O quizás tengas la suerte de quedarte aquí y contemplar, día tras día, el lento discurrir del Guadiana, el inexorable batir de las mareas, el trasiego de los pescadores y el lento morir del sol más allá del mar.

Sea como sea, a partir de mañana, tendré otro motivo más para volver, año tras año, a la tierra que vió nacer a mis padres, a mis más felices recuerdos de infancia, a las flores del azahar, a los jazmines en flor, a la sal del mar, al frío Levante, al fiero calor y a las más bellas puestas de sol.

Tu padre que te quiere

1 comentario:

  1. Hola Helena!
    Hoy hace un mes que decidistes partir. Por fin vuelas libres, y gracias a tus padres y hermano has volado hasta los puntos mas importantes y representativos de su vida!. Solo pedirte que cuides de ellos desde donde estes y les des aliento y fuerza en los momentos de debilidad y desesperanza. Tu fuerza y ejemplo nos acompañara siempre!! Recibe un abrazo bien fuerte y dale uno a tu abuelo de mi parte.

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